
Con un “cachito” regalado, la actriz compró la casa que habitó por décadas
La actriz, comediante y productora Carmen Salinas siempre fue reconocida por su carisma, su sinceridad y sus entrañables anécdotas de vida.
Una de las más llamativas —y poco conocidas por el público más joven— es que compró su primera casa gracias a un billete de lotería regalado durante una presentación artística en los años 60.
🌙 Una noche de trabajo, un regalo inesperado
Todo ocurrió el 23 de diciembre de 1966, cuando Carmen se presentaba en el restaurante El Parador de José Luis, un sitio bohemio de la Ciudad de México. Luego de su número musical, un cliente del lugar se acercó a darle lo que ella pensó era una propina: un pequeño papel que guardó en su escote.
Horas después, mientras se cambiaba en el camerino, descubrió que no era dinero, sino un “cachito” de lotería con el número 25859 para el sorteo del 24 de diciembre. Para su sorpresa, ese fue el número ganador del premio mayor: 350 000 pesos, una suma considerable para la época.
🏡 Una casa… y una trampa
Con ese dinero, Carmen decidió comprar una propiedad en la colonia Verónica Anzures, que más tarde sería su hogar durante toda su vida. Sin embargo, no todo fue alegría: fue víctima de un fraude. El corredor que le vendió la casa nunca le entregó las escrituras, por lo que terminó pagando la propiedad dos veces: una al intermediario y otra a los verdaderos dueños que más tarde aparecieron.
“El que me la vendió desapareció, y tuve que pagarle a la verdadera dueña y hasta embargaron la casa un tiempo”, reveló Carmen años después.
Pese a todo, la actriz logró conservar su hogar y convertirlo en su refugio, su estudio, y finalmente en parte de su herencia familiar.
👪 Un legado familiar
En entrevistas cercanas al final de su vida, Salinas expresó que esa casa sería heredada a su hija María Eugenia, mientras que el estudio anexo se quedaría para sus nietas, hijas de su fallecido hijo Pedro Plascencia.
✨ De un golpe de suerte a un hogar para siempre
La historia del billete de lotería no solo es una curiosidad dentro de la vida de Carmen Salinas, sino también una metáfora de su camino: lleno de sorpresas, retos, injusticias… pero siempre superado con trabajo y buen corazón. Aquel cachito, más que un premio, se convirtió en el cimiento de su hogar y su legado.