
El mundo católico y millones de fieles alrededor del planeta se encuentran de luto tras el fallecimiento del Papa Francisco, ocurrido el pasado 24 de abril en la residencia Santa Marta, a los 88 años de edad. Jorge Mario Bergoglio, el primer pontífice latinoamericano y jesuita, deja un legado marcado por la humildad, la inclusión y el diálogo interreligioso.
Desde las primeras horas del día, los rituales fúnebres han comenzado conforme a la tradición vaticana, con algunos matices especiales solicitados por el propio pontífice en vida. El cuerpo de Francisco fue trasladado a la Basílica de San Pedro, donde permanecerá en capilla ardiente durante tres días para que los fieles puedan rendirle homenaje.
El féretro, sencillo y sin ornamentos lujosos, refleja el espíritu austero que caracterizó al Papa desde su elección en 2013. Durante la mañana se llevó a cabo una misa privada presidida por el Camarlengo, seguida por una procesión solemne con cánticos litúrgicos en latín.
El funeral oficial se celebrará el sábado en la Plaza de San Pedro, presidido por el Decano del Colegio Cardenalicio. Dado que se trata de un papa emérito en funciones hasta su muerte, el protocolo combina elementos tradicionales con ajustes que reflejan los deseos personales de Francisco: una ceremonia sobria, centrada en la oración y en el testimonio evangélico.
Miles de personas han acudido ya al Vaticano, entre ellas líderes religiosos y jefes de Estado. El Papa Francisco será enterrado en las Grutas Vaticanas, donde descansan varios de sus predecesores, incluido Juan Pablo II.
El mundo llora la pérdida de un pastor cercano al pueblo, cuya voz resonó con fuerza en temas de justicia social, migración, medio ambiente y reforma eclesial. Su legado, sin duda, permanecerá vivo en la memoria colectiva de la Iglesia y de la humanidad.



